jueves, mayo 31, 2007

Notas de un hipocondriaco III

Durante una noche mientras trabaja, senti algo raro suceder en mi cuerpo. Un escalofrio enorme sobrepaso mi cuerpo inadvertidamente. No recuerdo bien que fue lo que era pero mi cuerpo quedo estatico, de repente comenze a temblar sin control acompanado de un derroche de sudor que quizas pudo apagar hasta el mas fogoso incendio. La region lumbar de mi cuerpo sufrio un dolor que si se llega a comparar me imagino que fue un batazo de Alex Rodriguez a una debil pelota de beisbol en la era de Seattle, mucho antes de que se le pagaran los millones que ahora cobra.


El telefono celular tan conveniente en estos momentos, fue el augurio que logro que me comunicase con mi esposa para que me transporte hacia el hospital mas cercano. Sobre el transcurso del viaje, pense que me habia llegado el momento: "ahora si me toco ir pero que lindo morir asi, morir en tus brazos negra linda! saber que fue junto a ti mujer" Le decia a mi esposa mientras ella me miraba perpleja y asustada - "Por favor, acuerdate que tenemos la poliza de vida a mi nombre, paga todas las deudas y no te olvides que hay por parte del banco, una cobertura total sobre gastos funerarios asi que no hay que preocuparse" La expresion lo decia todo, me imagino que no sabia que pensar la pobre, si sus pensamientos salieran a luz, seguro esto hubiera dicho: "Ya callate pendejo que no te vas a morir! y si eso pasa de seguro que lo primero que hago es irme de vacaciones en un crucero!" (viva la vida loca)

LLegue a la sala de emergencia todavia temblando y con un poco de sudor. Mientras trepaba el alto muro de burocracia gubernamental para poder recibir un servicio de salud, mis simptomas se fueron disminuyendo poco a poco. El sudor se retractaba y la "tembladera" se evaporizaba en un sueno de preocupaciones por el costo de cama, medicina, etc. Un enfermero me decide tomar la temeperatura y saber si tengo la glucosamina alta en mi sangre, todos los examenes indicaban que era un adulto sano y sin ganas de vivir. Pasaron dos horas hasta que por fin hubiera decidido que era mejor morir en mi propia cama que en una sala de espera, era mucho mas normal.

Durante el regreso a casa desde el hospital, mi esposa no dejo de corroborar el hecho de que era un hipocondriaco. Tantas fueron las veces que me lo dejo saber (en su dulce manera obviamente) que logre deletrear la palabra Hipocondria de: izquierda- derecha, derecha-izquierda, conteo de vocales y conteo de consonantes. Quien lo hubiera pensado,
el talento nace en los mas erroneos lugares! Mientras en uno de estos ejercios mentales de scrabble con la palabra Hipocondria, me llamo la atencion otras dos que mi esposa hubiese exclamado: DOCTOR y MANANA.

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